Reflexiones de Benedicto XVI Sobre el Rosario e Invitación a Rezarlo

querido papa“Queridos her­manos y hermanas:

[…] He acep­tado de buen grado la in­vi­ta­ción que me han hecho a di­rigir el santo ro­sario el primer sá­bado del mes de mayo, según la her­mosa tra­di­ción que he vi­vido desde mi in­fancia. En efecto, en la ex­pe­riencia de mi ge­ne­ra­ción, las tardes de mayo evocan dulces re­cuerdos re­la­cio­nados con las citas ves­per­tinas para rendir ho­me­naje a la Virgen. ¿Cómo ol­vidar la ora­ción del ro­sario en la pa­rro­quia, en los pa­tios de las casas o en las ca­lles de las aldeas?

Hoy, juntos, con­fir­mamos que el santo ro­sario no es una prác­tica pia­dosa del pa­sado, como ora­ción de otros tiempos en los que se po­dría pensar con nos­talgia. Al con­trario, el ro­sario está ex­pe­ri­men­tando una nueva pri­ma­vera. No cabe duda de que este es uno de los signos más elo­cuentes del amor que las ge­ne­ra­ciones jó­venes sienten por Jesús y por su Madre, María. En el mundo ac­tual, tan dis­per­sivo, esta ora­ción ayuda a poner a Cristo en el centro, como hacía la Virgen, que me­di­taba en su co­razón todo lo que se decía de su Hijo, y tam­bién lo que él hacía y decía.

Cuando se reza el ro­sario, se re­viven los mo­mentos im­por­tantes y sig­ni­fi­ca­tivos de la his­toria de la sal­va­ción; se re­co­rren las di­versas etapas de la mi­sión de Cristo. Con María, el co­razón se orienta hacia el mis­terio de Jesús. Se pone a Cristo en el centro de nuestra vida, de nuestro tiempo, de nues­tras ciu­dades, me­diante la con­tem­pla­ción y la me­di­ta­ción de sus santos mis­te­rios de gozo, de luz, de dolor y de gloria.

Que María nos ayude a acoger en no­so­tros la gracia que pro­cede de estos mis­te­rios para que, a través de no­so­tros, pueda di­fun­dirse en la so­ciedad, a partir de las re­la­ciones dia­rias, y pu­ri­fi­carla de las nu­me­rosas fuerzas ne­ga­tivas, abrién­dola a la no­vedad de Dios. En efecto, cuando se reza el ro­sario de modo au­tén­tico, no me­cá­nico y su­per­fi­cial sino pro­fundo, trae paz y re­con­ci­lia­ción. Encierra en sí la fuerza sa­na­dora del Nombre san­tí­simo de Jesús, in­vo­cado con fe y con amor en el centro de cada avemaría. […]”

Benedicto XVI al final del rezo del ro­sario en la ba­sí­lica de Santa María la Mayor. Sábado 3 de mayo de 2008.

“En realidad, el Rosario no se contrapone a la meditación de la Palabra de Dios y a la oración litúrgica; es más, constituye un complemento natural e ideal, en particular como preparación y como acción de gracias a la celebración eucarística. Contemplamos al Cristo encontrado en el Evangelio y en el Sacramento en los diferentes momentos de su vida gracias a los misterios gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos. En la escuela de la Madre, aprendemos así a conformarnos con su Hijo divino y a anunciarlo con nuestra misma vida. Si la Eucaristía es para el cristiano el centro de la jornada, el Rosario contribuye de manera privilegiada a dilatar la comunión con Cristo, y educa a vivir manteniendo fija en Él la mirada del corazón para irradiar sobre todos y sobre todo su amor misericordioso.”

Benedicto XVI: Ángelus, 16 de Octubre de 2005 (27º elección Juan Pablo II).

benedicto-xvi-2“Queridos jóvenes: os invito a valorar esta tradicional oración mariana, que ayuda a comprender mejor y a asimilar los momentos centrales de la salvación realizada por Cristo”.

“Queridos enfermos: os exhorto a dirigiros con confianza a la Virgen, a través de este ejercicio de piedad, confiándole todas vuestras necesidades”.

(a los recién casados…) “hacer del rezo del Rosario en familia un momento de crecimiento espiritual bajo la mirada de la Virgen María”.

Benedicto XVI: Audiencia general. Exhortación a rezar el Rosario. 11 de mayo de 2011

“El Rosario es oración contemplativa y cristocéntrica, inseparable de la meditación de la Sagrada Escritura. Es la oración del cristiano que avanza en la peregrinación de la fe, en el seguimiento de Jesús, precedido por María. Desearía invitaros, queridos hermanos y hermanas, a rezar el Rosario durante este mes en familia, en las comunidades y en las parroquias por las intenciones del Papa, por la misión de la Iglesia y por la paz del mundo…”

Ángelus. El valor del Rosario. 1 de Enero de 2006.

“Reitero la invitación a rezar el Santo Rosario también en familia, para que la intercesión maternal de la Virgen María ayude a los esposos a vivir fielmente su compromiso matrimonial y a fortalecer la unidad en todos los hogares.”

Benedicto XVI, El Rosario en familia. 8 de Octubre de 2006.

“El Rosario, es una oración sencilla, pero eficaz”, (…) “es para nosotros una escuela de oración”.

Benedicto XVI, jueves 13 de octubre de 2011