San Antonio María Claret: hijo predilecto de la Virgen, devoto del Rosario, “hablaba” con María por unos “hilos misteriosos”
San Antonio María Claret es un santo español, fundador de los claretianos y muy ligado durante toda su vida a la devoción a la Virgen María. Obispo de Santiago de Cuba, murió desterrado en Francia después de una trayectoria vital dedicada a los demás.
Conocido por fundar la Sociedad de Misioneros Hijos del Corazón Inmaculado de la Virgen María –los claretianos– trabajó de modo admirable toda su vida por el bien de las almas. Al regresar a España, tuvo que soportar muchas pruebas por la Iglesia, muriendo desterrado en el monasterio de monjes cistercienses de Fontfroide, cerca de Narbona (Francia), en 1870.
“El Domingo de estos tiempos”
Pero, si alguien estuvo presente en la vida de Claret, esa fue la Virgen. María era para él la estrella que le guiaba en su vida. Siempre la visitaba en el altar de su parroquia y se imaginaba que sus oraciones subían al cielo por unos “hilos misteriosos”. Le gustaba visitar a la Santísima Virgen en su santuario de Fussinmanya (Barcelona).
De niño, todos los días rezaba una parte del Santo Rosario y de mayor lo rezaba completo, los quince misterios todos los días. Era gran devoto del Santo Rosario hasta tal punto que la Virgen le dijo un día: “Tú serás el Domingo de estos tiempos. Promueve el Santo Rosario”.
Antonio pasaba mucho tiempo frente a una imagen de la Virgen haciendo sus oraciones y rezos, y hablándole con cordialidad y confianza, porque estaba convencido de que la Santísima Virgen lo escuchaba.
En obsequio a la Virgen María se abstenía no sólo de pecados mortales, sino hasta de veniales, de faltas e imperfecciones, y aún se abstenía de cosas lícitas, solo para mortificarse y abstenerse de alguna cosa en obsequio a María Santísima.
Decía Claret: “Ya veis cuanto importa ser devoto de María Santísima. Ella os librará de males y desgracias de cuerpo y alma. Ella os alcanzará los bienes terrenales y eternos. Rezadle el Santo Rosario todos los días con devoción y fervor y veréis como María Santísima será vuestra Madre, vuestra abogada, vuestra medianera, vuestra maestra, vuestro todo después de Jesús”.
En otro lado dice: “Ni en mi vida personal, ni en mis andanzas misioneras podía olvidarme de la figura maternal de María. Ella es todo corazón y toda amor. Siempre la he visto como Madre del Hijo amado y esto la hace Madre mía, Madre de la Iglesia, Madre de todos. Mi relación con María siempre ha sido muy íntima y a la vez cercana y familiar, de gran confianza”.
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“Yo me siento formado y modelado en la fragua de su amor de Madre, de su Corazón lleno de ternura y amor. Por eso me siento un instrumento de su maternidad divina. Ella está siempre presente en mi vida y en mi predicación misionera. Para mí, María, su Corazón Inmaculado, ha sido siempre y es mi fuerza, mi guía, mi consuelo, mi modelo, mi Maestra, mi todo después de Jesús”, añadía el santo.
Fuente: Cari Filii