La emotiva visión de un obispo en un viaje intercontinental: “Llamar a María Madre es una cuestión del corazón”
“Como un Niño en brazos de su Madre” (Sal. 131,2)
Los acontecimientos que refiere esta crónica iniciaron con un viaje de 12 horas y media en un avión que transitaba desde Alemania a Estados Unidos. A bordo, el obispo Jorge Rodríguez cuenta que estaba sentado en la segunda fila y enfrente suyo, en primera fila, observó a una joven mamá afanada con su bebé que parecía no tener más de seis meses. Doce horas es mucho tiempo y los pasajeros buscaban el mejor modo de pasar las horas: ya leyendo, tratando de dormir o viendo alguna película para distraerse.
El obispo observó que para la joven madre no habría lectura ni películas. Todo el viaje lo pasó con su niño: calmándolo cuando lloraba, entreteniéndolo con algún juguete, moviéndolo de aquí para allá… El bebé siempre estuvo en sus brazos. En cierto momento, cuando bajaron las luces del avión invitando a dormir un poco –dice monseñor Rodríguez– vio que el bebé dormía plácidamente agazapado sobre su mamá, con la carita bien pegada a ella. La madre, también se había dormido acunando a su hijito.
“Me vino en ese momento el pensamiento de las innumerables horas en que Jesús, un bebé de pocos meses, también se habrá dormido agazapado en su madre; y las veces que María se habrá quedado dormida con él mientras lo abrazaba dulcemente. A lo largo de esas incontables horas pegados el uno al otro, con sus corazones latiendo muy cerca, a veces viendo fijamente el rostro de la madre, se forjó un lazo purísimo e inquebrantable, que sonaba en la voz de Jesús al llamarla… «mamá», incluso antes de expirar en la cruz”.
Jesús y María, vínculo de amor perfecto
Los católicos –reflexiona el obispo– entendemos la relación de Jesús con su madre, María, no solo en su altísimo significado teológico y solidez bíblica, sino también en la dimensión humana. “Todo lo que leemos en las Escrituras sobre esta relación tiene que ser entendido desde ese lazo humano materno y filial, tierno y cariñoso entre Jesús y su mamá”, destaca monseñor recordando además que: “Vivieron juntos 30 años, día y noche compartiendo, tratándose con cariño, gozando las pequeñas cosas de una vida pobre y hablando de Dios”.
Jesús, el hombre de Nazaret, el hijo con el alma más sensible y perfecta –finaliza el obispo–, amó a su madre con toda la infinitud de su corazón humano y divino. “El pueblo católico venera y comparte este sentimiento con el Salvador, y por eso llama a María ‘Madre’. Es una cuestión del corazón”.
Fuente: Mons. Jorge Rodríguez, obispo auxiliar de Denver, en El Pueblo Católico