El Rosario es más de lo que piensas…
En la visión de su gran promotor, santo Domingo de Guzmán, se trata eminentemente de una oración contemplativa, al alcance de toda persona.
Cincuenta avemarías multiplicadas por cuatro misterios. Así podríamos describir el Rosario. Y, sin embargo, no entenderíamos nada de esta oración.
Lejos de ser un acto de piedad repetitivo, el Rosario tiene como objetivo proveer un tiempo de oración con aquella que mejor conoce el corazón de Jesús: María.
Una propuesta genial
El gran promotor del Rosario en la historia ha sido santo Domingo de Guzmán (1170-1221), fundador de la Orden de Predicadores, más conocidos como dominicos.
El Rosario encuentra su origen en los monasterios benedictinos, donde los monjes y monjas recitaban los 150 salmos en la Liturgia de las Horas.
Se trataba de una práctica imposible para buena parte de los cristianos, pues en la Edad Media la mayoría no sabía leer. Surgió así la práctica de recitar 150 avemarías, que los fieles conocían de memoria, contemplando pasajes del Evangelio.
Como después reconocería el papa Juan XXIII, santo Domingo comprendió que el Rosario era una verdadera “Biblia de los pobres”.
De este modo, dedicó buena parte de su obra evangelizadora a promover esta práctica espiritual para que el corazón de los cristianos quedara tocado por la contemplación de momentos de la vida de Jesús con los ojos de su Madre.
Por este motivo, los últimos papas, en particular Juan Pablo II, han propuesto el Rosario como una respuesta a esa “nueva exigencia de espiritualidad” que experimentan las sociedades, “impulsada también por influjo de otras religiones”.
Por su parte nuestro actual pontífice, Francisco, no ha dudado en acudir a la recitación oficial del Rosario en convocatorias globales para clamar por la asistencia del Cielo ante la pandemia y los recientes conflictos bélicos.
Los cinco verbos del Rosario
A través de cada uno de sus veinte Misterios, el Rosario permite al creyente contemplar a Cristo a través de cinco verbos.
1— Recordar a Cristo con María: Como María, la contemplación de Dios significa ante todo recordar: “María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón”, dice el Evangelio de Lucas (2, 29).
2— Comprender a Cristo desde María. Nadie mejor que su Madre puede ayudarnos. De las manos de María, en el Rosario, es posible comprender los misterios de Jesús. Se trata de aplicar en nuestra vida la invitación de la Virgen en las Bodas de Caná: “Haced todo lo que él os diga” (Evangelio de San Juan 2, 5).
3— Configurarse a Cristo con María: La oración tiene, entre otros objetivos, configurarse cada vez más plenamente con Jesús, “hacerme semejante a él”, como explica San Pablo (Carta a los Filipenses 3,10). Se trata de tener los sentimientos de Cristo y revestirse de Él (Cf. Filipenses 2,5).
4— Rogar a Cristo con María: Cada una de las avemarías subraya las palabras de Jesús en el Evangelio de Mateo (7,7): “Pedid y se os dará. Buscad y hallaréis. Llamad y se os abrirá”. El Rosario es simultáneamente meditación y súplica.
5— Anunciar a Cristo con María: La biografía de santo Domingo de Guzmán y de su orden, como la de tantos otros santos (San Luis Grignion de Montfort, San Pío de Pietrelcina…) son una muestra de la capacidad evangelizadora del Rosario, oración llena de valor didáctico, que hace cercano el Evangelio a cualquier persona.
Ayudas para ti
Si te falta familiaridad con el Rosario, la Santa Sede te ofrece aquí una guía: Los Misterios del Santo Rosario.
También en esta página puedes encontrar una guía práctica y fácil sobre cómo rezar el rosario.
Si quieres una manera sencilla y profunda de vivir el “Rosario contemplativo”, puedes descargar gratuitamente este ebook editado por la Red Mundial de Oración del Papa: Rosario Contemplativo.
Y si quieres rezar con una comunidad en línea, puedes unirte cada miércoles a las 20:15 hrs. al Rosario de la Esperanza en su canal de YouTube (pulsa aquí).
Fuente: Aleteia