Vittorio Messori explica por qué 153 es un número mariano que entronca el Rosario con el Evangelio

Nuestra Señora se apareció en Lourdes con el rosario en la mano. Lo mismo haría años después en Fátima. Y Bernadette portaba un rosario en Lourdes, junto con una Medalla Milagrosa de Santa Catalina Labouré. Ambos objetos eran lo único que llevaba consigo, además de sus harapos.

Lo ha recordado más de una vez el escritor Vittorio Messori, como también que la Madre de Dios y la futura santa lo rezaron juntas, aunque la Virgen no movía los labios —no se invocaba a sí misma ni podía reconocerse pecadora—, solo pasaba las cuentas como forma de animarnos a todos a rezarle así también.

El Rosario es “la Biblia de los pobres”, de quienes, durante siglos, no sabían leer, pero con esta oración recorrían los Evangelios en el Padrenuestro, en el Avemaría, en el Gloria trinitario e incluso en las letanías, “donde cada invocación”, explica el autor de Hipótesis sobre María, “hace referencia a una figura de las Sagradas Escrituras”.

Los Salmos

De hecho, aunque San Juan Pablo II añadió al Rosario los que llamó “misterios luminosos”, su rezo completo son 150 avemarías, como son 150 los Salmos del Antiguo Testamento, pieza capital de la oración del pueblo judío y luego de la oración cristiana, a los que se añaden las tres avemarías que unen la corona (el “terço”, en portugués: tercio, en alusión a las 50 cuentas que lo componen) con el crucifijo, a las que se añaden dos más para la Salve o el Padrenuestro —según costumbres— y el Gloria.

Por tanto, subraya Messori en un artículo que publicó en Il Timone en abril de 2008 (nº 72), el Rosario completo está compuesto por 153 avemarías.

Los peces

Un número que no parece casual. Cuando Jesús Resucitado se aparece en el Lago Tiberíades a los apóstoles, y no le reconocen, les manda pescar para mostrarles quién es, pues llevaban toda la noche en el agua sin obtener nada. Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red” (Jn 21, 11).

El Ave María

“También en esto quiere el Rosario hundir sus raíces en el Evangelio, subraya Messori. Quien añade algo más: “El número misterioso de los peces pescados por indicación de Jesús se oculta en la misma oración. Si se cuentan las letras del Ave María en latín, que es la lengua en la que nació esta oración, se descubrirá que está compuesta de 153 letras en el texto original, es decir, excluyendo dos añadidos tardíos, el “Amén” final y el “et [y]” eufónico que precede al “benedictus fructus ventris tui”.

Éste es el texto sin signos ortográficos y sin esos añadidos:

Ave Maria gratia plena Dominus Tecum Benedicta Tu in mulieribus benedictus fructus ventris tui Iesus Sancta Maria Mater Dei ora pro nobis peccatoribus nunc et in hora mortis nostrae

Messori no pretende que estas “casualidades” demuestren nada… pero sí agradece que corroboren, siquiera como indicios, el fundamento evangélico del Rosario y la predilección divina por esta oración.


Fuente: Cari Filii