Papa Benedicto XVI y una desconocida promesa de la Virgen: ¡Bastan Tres Ave Marías para llegar al cielo!

Reza cada día así: “María Madre Mía; líbrame de caer en pecado mortal. Por el Poder que te concedió el Padre Eterno (Ave María). Por la Sabiduría que te concedió el Hijo (Avemaría). Por la Misericordia que te concedió el Espíritu Santo (Avemaría)… Se finaliza con un Gloria y la jaculatoria “María, por tu Inmaculada Concepción, purifica mi cuerpo y santifica mi alma” (la cual concede Indulgencia parcial otorgada por San Pío X).

Tenía siete años Mechtild von Hackeborn (Matilde de Hackeborn) cuando —en visita a su hermana Gertrudis— pudo ingresar por primera vez al claustro del Monasterio Cisterciense de Rodersdorf (Suiza). “Se sintió tan fascinada por ese ambiente, que deseó ardientemente formar parte de él. Ingresó como educanda, y en 1258 se convirtió en monja en el convento que, mientras tanto, se había mudado a Helfta (Alemania), en la finca de los Hackeborn”, comentaba respecto de esta importante mística y santa el Papa Benedicto XVI durante su catequesis del miércoles 29 de septiembre de 2010.

Poco conocida hoy por los fieles, Matilde tenía una prodigiosa voz para el canto, que le valió el apodo: “Ruiseñor de Cristo”. Santa, que tuvo por “humus vital de su existencia la oración y la contemplación”, señala Benedicto XVI. Asimismo, el Papa Emérito reconoce las visiones y revelaciones que esta mística recibió como don del Sagrado Corazón de Jesús y la Santísima Virgen María. “En el primer libro de la obra Liber specialis gratiae —dice Su Santidad Benedicto XVI— las redactoras (dos hermanas de su comunidad) recogen las confidencias de Matilde…”.

La promesa de la Virgen

Uno de los testimonios registrados en la citada obra, describe el momento en que la Santísima Virgen María le confidencia a santa Matilde que quien rece diariamente tres Ave Marías, recibirá su auxilio durante la vida y una especial asistencia al momento de la muerte para alcanzar el consuelo y las alegrías del Cielo.

En estado de éxtasis, viendo y escuchando a la Santísima Virgen María, Matilde le pide le asista en los últimos instantes de su vida.

La Madre de Dios le responde:

“Sí que lo haré; pero quiero que por tu parte me reces diariamente tres Avemarías.

La primera, pidiendo que así como Dios Padre me encumbró a un trono de gloria sin igual, haciéndome la más poderosa en el cielo y en la tierra, así también yo te asista en la tierra para fortificarte y apartar de ti toda potestad enemiga.

Por la segunda Avemaría me pedirás que así como el Hijo de Dios me llenó de sabiduría, en tal extremo que tengo más conocimiento de la Santísima Trinidad que todos los Santos, así te asista yo en el trance de la muerte para llenar tu alma de las luces de la fe y de la verdadera sabiduría, para que no la oscurezcan las tinieblas del error e ignorancia.

Por la tercera, pedirás que así como el Espíritu Santo me ha llenado de las dulzuras de su amor, y me ha hecho tan amable que después de Dios soy la más dulce y misericordiosa, así yo te asista en la muerte llenando tu alma de tal suavidad de amor divino, que toda pena y amargura de muerte se cambie para ti en delicias”.

Solo Tres Avemarías para llegar al cielo

Esa revelación de la Santísima Virgen a Santa Matilde (siglo XIII), se extendería como devoción en todo el mundo gracias a San Leonardo de Puerto Mauricio y San Alfonso de Ligorio.

Es simple, consiste en rezar cada mañana y cada tarde tres Avemarías en honor de la Santísima Trinidad. La primera en honor del Poder que el Padre confiere a la Virgen; la segunda en honor a la Sabiduría que el Hijo le concede; la tercera en honor a su Misericordia, recibida del Espíritu Santo.

Reza entonces así:

María Madre Mía; líbrame de caer en pecado mortal. Por el Poder que te concedió el Padre Eterno (Ave María). Por la Sabiduría que te concedió el Hijo (Avemaría). Por la Misericordia que te concedió el Espíritu Santo (Avemaría)… Se finaliza con un Gloria y la jaculatoria María, por tu Inmaculada Concepción, purifica mi cuerpo y santifica mi alma (la cual concede Indulgencia parcial otorgada por San Pío X).

La ecuación entonces para alcanzar el cielo prometido por la Virgen es sencilla: 3 minutos cada mañana + 3 minutos cada noche. ¡No tienes nada que perder y todo por recibir!

Dones de la Gracia. La fe que mueve montañas

A principios del siglo XX, el auge de la devoción a Nuestra Señora de la Trinidad impulsada por el padre Jean-Baptiste, hermano capuchino del convento de Blois, dio nuevos bríos a esta sencilla y poderosa oración de las Tres Avemarías. Luego el padre Clovis de Provins tomó el relevo, construyó una Basílica a Nuestra Señora y recibió de la Iglesia la misión de difundir esta devoción.

Testigos que viven y difunden esta devoción son Benoit y Alix Poidevin, un joven matrimonio residente en la ciudad francesa de Blois. Desde que se mudaron a esta localidad en 2015, comenzaron a trabajar para el santuario de Nuestra Señora de la Trinidad y se plantearon un objetivo conjunto: propagar a la gente corriente de todo el mundo la devoción de esta sencilla oración mediante su testimonio de fe.

“Buscamos todos los medios que lleven a las personas a practicar y amar esta sencilla devoción que ha cambiado nuestra vida … No queríamos quedarnos sentados sin hacer nada”dijo el matrimonio a la Radio Católica de Francia. Y la pandemia del Covid-19 no sería un obstáculo insalvable.

Comenzaron a planificar el modo de difundir la devoción e historia de las tres Avemarías por toda Francia, hasta que difundieron una iniciativa 3Roues3Aves (3 ruedas, 3 Ave Marías). Se trataba de que por dos meses la familia al completo recorrería 1.500 kilómetros a lo largo de su país natal para difundir las tres Avemarías en sus peculiares bicicletas. ¿El destino? El Santuario de Lourdes.

“Nuestro objetivo era hablar de la Virgen María, no hacer una peregrinación mendicante. ¡Si un día llovía demasiado, podíamos irnos al refugio a pedir una pizza!”, recuerda riendo Benoit. “El Señor se ocupa de todo cuando ponemos la confianza en Él”.

Cada mañana, “rezábamos para que Nuestra Señora pusiese en nuestro camino a las personas con las que quería que hablásemos”, explica Benoit. Cada día, la familia hablaba y “acogíamos a invitados, peregrinos, feligreses o gente que simplemente aprovechaba para dar un paseo los domingos”, recuerda. “Todos ellos tenían algo en común”, menciona Benoit: “un corazón abierto”.

Benoit y Alix son testigos de cómo la devoción a la Virgen María y a las tres Ave Marías ha influido en sus vidas. Destacan como “fortalece a los matrimonios, las familias y las vocaciones, mueve a los corazones para el rezo del rosario y recibir los sacramentos… nos da una mayor sensibilidad sobre lo que nos lleva o nos aleja del cielo”, explica Alix. Y anima a que los niños “hagan propósitos, como el rezo de estas tres Avemarías cada día, ya que en el momento de su primera comunión, tienen el corazón y alma abiertas para ello. Sea cual sea su vida”, explica, “la Santísima Virgen se unirá a ellos algún día”.


Fuente: Portaluz.org