“Todo está en el Rosario”, le dijo un santo a un converso
Hoy 14 de Agosto la Iglesia celebra a san Maximiliano Kolbe, “mártir de la caridad” como lo definió san Juan Pablo II al canonizarlo el 10 de octubre de 1982. El Padre Kolbe fue también uno de los grandes devotos de María que conoció el siglo XX, cuya difusión propulsó al fundar la Milicia de la Inmaculada.
En su apostolado, tanto en persona como por escrito, san Maximiliano no se medía en esfuerzos para incentivar especialmente el rezo del santo Rosario. Aquí tenemos un breve extracto de sus escritos:
Caballeros de la Inmaculada y todos ustedes que leen estas palabras, procuren participar, en los límites de sus posibilidades, en el rezo común del rosario, en las iglesias o en las calles, o ante los cuadros o estatuas de la Virgen. Quien, al contrario, no pueda salir de casa, que rece cada día en ella la tercera parte del rosario.
¿Y por qué?
Porque la Inmaculada en persona quiso exhortarnos al rezo del santo rosario, manifestándose a la beata Bernardita con el rosario en la mano. […]
¿Y según que intención?
¿No piensan ustedes, queridos lectores, que la mejor intención es que se conviertan cuanto antes y que, con el deseo de reparar el mal cometido, se dispongan con mayor fervor, según el ejemplo de s. Pablo después de su conversión, a trabajar en la obra de la salvación de las almas?
Estos fervorosos llamados no se quedaban en el papel, pues el santo fraile polaco hacía vida sus palabras. Baste para ejemplificarlo un episodio ocurrido en Japón:
En 1930, el doctor Takashi Nagai, en ese entonces ateo (futuro sobreviviente de la bomba atómica de Nagasaki en 1945), visita a un sacerdote franciscano recién llegado al Imperio del Sol Naciente: fray Maximiliano Kolbe, fundador de la Milicia de la Inmaculada.
Nagai contará aquel encuentro en sus memorias:
“Cuando me estrechó la mano, comprendí que tenía fiebre y le pregunté: ¿Está usted enfermo?
—¡Examíneme!, me respondió con su luminosa sonrisa.
“Así lo hice y me alarmé: Padre, ¡es grave! ¡Tiene usted los dos pulmones invadidos por la tuberculosis! Él respondió, imperturbable:
—Gracias, Doctor, usted es un buen médico. Tanto en Roma como en Polonia excelentes médicos como usted, me dijeron lo mismo durante diez años.
“Reaccioné perplejo: ¿Cómo? ¿Durante diez años?
“Este Caballero de la Inmaculada recorría el mundo, desde hacía varios años ¡en un grave estado físico! Yo, como médico, me encontraba frente a un increíble desafío de la ciencia. Y él se mantenía activo y alegre con una gran disminución en la capacidad de sus pulmones y una fiebre persistente. El Padre Kolbe me alargó el Rosario diciendo con una sonrisa:
—¡Todo está aquí! ¡Todo está aquí!”.
En 1934 Takashi Nagai solicitó el bautismo. Poco después formó una familia católica y llevó una vida ejemplar, que las tragedias de la guerra y el bombardeo atómico empujaron al heroísmo.
Fuente: Un Minuto con María / Famille Chrétienne / Misioneras del Padre Kolbe