Padre Gabriel Amorth, exorcista, habla del Rosario y su poder contra Satanás
El Padre Gabriele Amorth (1925–2016) fue sacerdote de la Sociedad de San Pablo y exorcista de la diócesis de Roma. Además fue miembro de la Pontificia Academia Mariana Internacional y presidente honorario de la Asociación Internacional de Exorcistas. Firmó numerosas obras dedicadas a la Santísima Virgen y otras tantas sobre el ministerio exorcístico, las que le otorgaron merecida autoridad sobre ambos temas en el panorama católico contemporáneo.
Desde su autoridad y experiencia, el Padre Amorth enfatizó continuamente el inmenso poder del santo Rosario contra la acción del demonio en el mundo de hoy. El siguiente trecho lo tomamos de su libro “El diablo”, en la segunda edición de 2014:
Aún está vivo el recuerdo de la carta apostólica Rosarium Virginis Mariæ con la que Juan Pablo II, el 16 de octubre de 2002, animaba a los cristianos a acudir a esta oración tan encarecidamente recomendada por todos los últimos pontífices y por las últimas apariciones marianas. Es más, para hacer más completa esta oración, que Pablo VI definía como “compendio de todo el Evangelio”, la carta apostólica añadió los “misterios luminosos”: cinco misterios que se refieren a la vida pública de Jesús. Sabemos que el Padre Pío decía que la corona del Rosario era “el arma”, un arma de extraordinario poder contra Satanás. Un día, un colega exorcista escuchó que el demonio le decía: “Cada Avemaría es como un garrote en mi cabeza; si los cristianos conocieran el poder del Rosario, yo sería vencido”.
Pero, ¿cuál es el secreto que hace tan eficaz esta oración? El Rosario es al mismo tiempo oración y meditación; es una oración digirida al Padre, a la Virgen, a la Trinidad y al mismo tiempo una meditación cristocéntrica. En efecto, como lo expone el Papa en la carta apostólica, el Rosario es oración contemplativa: se recuerda a Cristo con María, se aprende a Cristo con María, se conforma a Cristo con María, se suplica a Cristo con María, se anuncia a Cristo con María.
“Hoy más que nunca el mundo tiene necesidad de orar y meditar”
Hoy más que nunca el mundo tiene necesidad de orar y meditar. De orar, antes que nada, porque los hombres se han olvidado de Dios y sin Dios están al borde de un abismo terrible. De ahí la continua insistencia de la Virgen, en todos sus mensajes de Medjugorje, sobre la oración. Sin la ayuda de Dios, se cede ante Satanás. Y hay necesidad de meditar porque si se olvidan las grandes verdades cristianas, en el alma queda el vacío, un vacío que el Enemigo sabe bien cómo llenar. De ahí la difusión de la superstición y del ocultismo, sobre todo en las tres formas que están en boga: magia, sectas de espiritismo y satanismo.
El hombre de hoy necesita más que nunca pausas de silencio orante. Incluso ante los inminentes peligros de guerra, si creemos en la fuerza de la oración, podemos estar convencidos de que el Rosario es más fuerte que la bomba atómica. Es cierto que es una oración que requiere un cierto tiempo, y nosotros estamos acostumbrados a hacer las cosas de prisa, especialmente las que tienen que ver con Dios. Tal vez el Rosario nos pone en guardia contra el riesgo que Jesús indicaba a Marta, la hermana de Lázaro: “Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola”. Nosotros corremos ese peligro: nos afanamos y nos preocupamos por muchas cosas contingentes, a veces incluso nocivas para el alma, y olvidamos que lo único necesario es vivir con Dios. Que la Reina de la Paz nos haga abrir los ojos, antes de que sea demasiado tarde.
El Rosario en familia
¿Cuál es el peligro más evidente para la sociedad? La ruina de la familia. El ritmo de la vida actual ha roto la unidad de la familia: se comparte muy poco y a veces en esos pocos minutos que se comparten no se habla, porque la que habla es la televisión [* Nota nuestra: Sin mencionar la distancia impuesta en la propia intimidad familiar por dispositivos electrónicos, so pretexto de “hipercomunicación”]. ¿Dónde están las familias que rezan el Rosario por la tarde? Ya Pío XII insistía en esto: “Si rezan el Rosario todos unidos, experimentarán la paz en sus familias, reinará la concordia de las almas en su casa”. “La familia que reza unida permanece unida”, repetía en todos los rincones del mundo el americano Patrick Peyton, el infatigable apóstol del Rosario en familia. “Satanás quiere la guerra”, decía un día la Virgen de Medjugorje. Y bien, el Rosario es el arma capaz de dar la paz a la sociedad, al mundo entero, porque es una oración y meditación que puede transformar los corazones y vencer las armas del enemigo del hombre.
Fuente: Padre Amorth, «El diablo – Una investigación contemporánea». Ed. San Pablo, 2014.