Era adventista comprometido, pero simpatizaba con el Rosario… y eso lo trajo a la Iglesia
Michael Martling, que durante 20 años fue profesor de Biblia en una iglesia adventista del Séptimo Día en Estados Unidos, entró a la Iglesia Católica el 26 de marzo de este año durante la Vigilia Pascual, en la parroquia Sts. Peter and Paul de West Valley City, la segunda mayor ciudad de Utah.
“Siento el fuego dentro de mí”, explica en el periódico católico de Utah, el Intermountain Catholic. Entusiasmado, asegura que es algo que siente “por los poros”. Su vida, dice, ya no está “a la deriva”. “Vuelvo a tener raíces otra vez”, dice.
Un adventista comprometido
Michael Martling nació en Staten Island, en Nueva York y fue bautizado de niño en la Iglesia Adventista. Pasó su adolescencia en Arkansas y vivió después en otros estados de EEUU, hasta ubicarse en Utah.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día, en la que Martling ha servido toda su vida, nació a mediados del siglo XIX y hoy cuenta con unos 18 millones de fieles. Conservadora en lo moral, tiene particularidades doctrinales que la hacen distinta de otras iglesias protestantes: no guardan el domingo, sino el sábado, y critican a las iglesias que celebran el domingo; dan una importancia esencial a los escritos de su fundadora, Ellen G. White, que explican cómo debe leerse la Biblia. Y no creen en el infierno, sino que los impíos, aseguran, son aniquilados del todo tras la muerte: sus almas, sus personas, dejan de existir. Otras creencias son las habituales del protestantismo.
Martling fue un adventista comprometido. Fue durante 23 años profesor de Historia en un colegio adventista, y también ejerció de profesor de Biblia durante 20 años, desde el punto de vista teológico de esta denominación.
Pero su amor por la Historia le llevó a investigar más sobre el cristianismo antiguo, sobre la época de Cristo, los apóstoles y los primeros cristianos. Y eso fue suscitando en él preguntas históricas y doctrinales.
Le gustaba la cultura católica
Aunque admite que “existe un cierto nivel de hostilidad de los adventistas hacia los católicos”, Michael siempre tuvo un sentimiento amistoso hacia el catolicismo.
Su padre se educó en una familia católica y además su mejor amigo de juventud en Nueva York también lo era. “En ocasiones iba a misa con él. De hecho he pasado mi vida entera yendo a misa ocasionalmente, por aquí y por allá”.
Antes de mudarse a Utah, vivía en Spokane. Allí daba clases cerca de una librería católica. Siempre se sintió atraído hacia el catolicismo porque le gustaba su simbolismo.
Un día decidió comprar un crucifijo que colgó en la pared de su casa, puso una cruz en el coche y además se hizo con un rosario.
Replanteándose la fe
Poco a poco, sus inquietudes teológicas y su conocimiento histórico le iba acercando al catolicismo y le planteaban dudas sobre la teología adventista, pero como trabajaba para un centro educativo adventista no se sentía libre para expresar sus dudas. Sentía que su vida iba perdiendo “un ancla” y que eso le dañaba espiritualmente.
Una toma de conciencia… haciendo dedo en la carretera
En julio de 2015 su mujer se quedó sin trabajo. Él decidió dedicar unos días a reflexionar, viajando con su hijo, con mochila y “haciendo dedo”.
“Me sentía trastornado sobre la situación de mi mujer. Mientras hacíamos dedo a los autos que pasaban por el camino, mi mente se centró en el Señor y de repente me puse a rezar el Rosario”. En ese momento, explica, sintió una profunda paz y una gran calma. Experimentó una fuerte convicción: “Supe que el Señor se haría cargo de todo”.
A su vuelta de la excursión mochilera, se puso a buscar una iglesia católica. Se dirigió a la parroquia Sts. Peter and Paul. Allí encendió unas velas y comenzó a rezar: “sentí consuelo”, recuerda.
Michael Martling, un nuevo católico
Michael se cercioró de que no podía continuar dando clases en la iglesia adventista. Pasó a dar clases en un colegio privado.
“Todavía sigo yendo a la iglesia adventista con mi mujer y mis dos hijos como cabeza de familia que soy”, explica. Pero se apuntó a las clases de formación católica para adultos que cursan los que se preparan para los sacramentos.
En esos cursos se dio cuenta de que sus conocimientos bíblicos le eran muy útiles para entender muchos aspectos de la fe. Vio además que la doctrina católica daba respuesta a muchos de sus interrogantes.
Así se ha preparado con entusiasmo para el momento en el que entrará a formar parte de la comunidad católica. En la reciente Vigilia de Pascua de 2016 recibió el sacramento de la Comunión y la Confirmación.
Fuente: ReL