Marija Bistrica, Patrona de Croacia
Croacia. Situada en el Este de Europa, vio a los pueblos vecinos apartarse de la verdadera Iglesia. Los serbios, sus vecinos adhirieron, en primer lugar, al cisma de los griegos. Ese cisma devoró a varias naciones, pero al llegar a Croacia se detuvo. Después fue la herejía de los bogomilos, en el siglo XIII, que contaminó a diversas regiones del Este europeo. Pero en la frontera croata se le cerró el paso. Surgió después un peligro mucho mayor: el islamismo de los turcos, quienes venían con una fuerza avasalladora. Los pueblos vecinos de Croacia se rindieron.
Fue en medio de uno de aquellos memorables acontecimientos que comenzó la historia del Santuario considerado hoy el símbolo de esta nación.
Cuando, en 1545, los musulmanes se aproximaron a una capilla en la llamada Colina del Vino (Vinski Vrh), el pueblo se refugió en la ciudad próxima de Bistrica, llevando consigo a una pequeña imagen que representa a la Virgen vestida como dama noble de la región, con el Niño Jesús en los brazos. El párroco, temiendo la invasión de los turcos, la tomó y escondió en un nicho cavado en un muro de la iglesia. Los turcos dominaron la ciudad, el sacerdote huyó y murió sin haber revelado dónde había escondido la imagen. Años después los católicos reconquistaron la ciudad. En 1588, el nuevo párroco quedó extrañado al ver una luz que salía de uno de los muros de la iglesia. Con la ayuda de los feligreses, perforó la pared, encontrando a la imagen de la Santísima Virgen. La noticia del milagroso hecho se difundió rápidamente por la región y comenzaron las peregrinaciones.
Pero, una vez más los musulmanes invadieron la ciudad. De nuevo, en 1640, el párroco escondió a la Virgen detrás de la pared del altar mayor de la iglesia y escapó. En medio del estrépito de las armas, la devoción a la imagen disminuyó. Años después ya nadie se acordaba de ella.
En 1683, los turcos habían llegado hasta la capital de Austria, Viena. Sin embargo, fueron derrotados por los tropas del rey de Polonia, Jan Sobieski, e iniciaron una retirada que permitió a Croacia mantenerse firme como frontera entre los católicos y los musulmanes.
¿Permanecería oculta la imagen de la Virgen, que tanto había ayudado a mantener viva la fe en medio de la confusión provocada por la guerra?
Un nuevo milagro permitió que ella fuese encontrada. Un domingo de septiembre, después del sermón, los fieles que oían la misa subían al púlpito para rezar. Entre ellos, apareció una señora vestida de azul, con una vela encendida en las manos. Ella pidió: “Rezad con todo el pueblo para que yo pueda volver a ver”. El pedido no dejaba de ser extraño, una vez que la mujer había subido y bajado del púlpito sin ayuda.
Después de misa, el párroco fue a visitar a un colega y se encontró en el camino con la dama que hizo aquel pedido. Quiso preguntarle el motivo, pero ella desapareció repentinamente. Llegó entonces a la conclusión de que se trataba de la Virgen Santísima. Solicitó ayuda al obispo, el cual se acordó que, siendo niño, había realizado una peregrinación descalzo hasta la imagen milagrosa de Bistrica. El sacerdote pensó entonces que podría tratarse de aquella imagen. Después de una minuciosa búsqueda, se terminó por derrumbar la pared del altar mayor, reapareciendo así la imagen, que de esta forma volvió a ver a su pueblo.
Tal acontecimiento despertó el fervor de los fieles, pues significaba que la Virgen no había querido ver a los invasores; pero habiendo vuelto los católicos, Ella quería verlos.
Uno de los primeros milagros que la Virgen operó fue el de liberar a siete prisioneros católicos que se encontraban en una fortaleza turca. Ella se les apareció en sueños y les dijo: “No temáis, hijos míos, pero tened confianza, porque yo recuperé la visión en Bistrica, donde permanecí sin ver por más de 40 años. Haced una promesa de peregrinar hasta allá y seréis libres”. Obviamente, al despertar, los prisioneros hicieron la promesa pedida. Inmediatamente, sus cadenas cayeron, la puerta de la prisión se abrió y ellos pudieron salir. Peregrinaron entonces hasta la referida iglesia para agradecer a la Madre de Dios por su liberación.
Comenzaron entonces a multiplicarse los milagros operados por la Virgen, a tal punto, que sólo entre 1688 y 1786 (98 años), fueron anotados 1109 prodigios en el Libro de los Milagros. Esa cantidad reforzó la fe del pueblo, de tal modo que nunca pudieron los musulmanes conquistar Croacia.
En 1715, el gobierno mandó erigir el altar mayor del templo religioso, que de esta forma pasó a ser considerado el Santuario símbolo de la nación.
A partir de esa época, los cristianos tomaron la iniciativa del ataque contra los musulmanes, siendo estos finalmente expulsados de la región, después de casi 400 años de reiterados intentos de apoderarse de este valeroso baluarte católico. Este pequeño país singularmente protegido por María Santísima permaneció de pie e invicto‚ mientras que otras naciones mucho mayores sucumbieron al yugo musulmán.
La historia de esta imagen constituye un símbolo para los católicos de nuestros días en todo el mundo. La Santísima Virgen podrá permanecer oculta a nuestra mirada. Pero si confiamos y resistimos, ¡Ella misma operará los prodigios necesarios para reaparecer a nuestros ojos! Y si por cualquier motivo tuviésemos la infelicidad de olvidarnos de ella, la Virgen fiel jamás se olvidará de nosotros, y deseará vernos nuevamente. ¡Es indispensable mantener en el alma esta esperanza.
Fuente: www.fatima.pe