El Rosario sostuvo y guió a los sobrevivientes de la tragedia de los Andes

Muchos recordarán la dramática experiencia vivida desde el 13 de octubre de 1972 por un grupo de deportistas, cuando su avión cayó en el corazón de la cordillera de Los Andes. Pocos conocen que fue su fe en Dios, en la Virgen y el rezo del Rosario, según ellos mismos testimonian, lo que les permitió mantener su esperanza en la vida y lograr ser finalmente rescatados…

sobreviviente de los andes con rosarioEl día 13 de octubre de 1972, hacia las 15:30 un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya, arrendado por un equipo de rugby, salió desde Montevideo hacia Santiago de Chile. Pero acabó estrellándose contra la cordillera de los Andes, aproximadamente a 3.600 metros de altitud, entre los volcanes Tinguiririca y Sosneado. Los sobrevivientes, varios de ellos heridos, quedaron atrapados.

Los pasajeros eran cuarenta y cinco: Quince atletas, cinco tripulantes, más veinticinco personas entre amigos y parientes de los deportistas. Por el impacto trece fallecieron; días después perecerían ocho más, enterrados vivos por una avalancha de nieve, y luego fueron muriendo otros. Sobrevivieron sólo dieciséis personas, durante 71 días, entre tempestades de nieve y avalanchas, con temperaturas que llegaban hasta 20 ó 30 grados bajo cero. Desprevenidos de ropa para este clima y sin tener alimentos suficientes, optaron por nutrirse de carne humana -de los ya fallecidos- para vivir.

Todas las acciones de búsqueda lideradas desde Chile fueron infructuosas y, finalmente, se les consideró muertos.

Pasaron los días y una pareja de sobrevivientes, los más fuertes, emprendieron una pesada marcha para buscar ayuda. A la historia pasó el encuentro con el arriero chileno en la zona “Los Maitenes”, que permitiría el rescate de los sobrevivientes el 22 de diciembre, en vísperas de Navidad.

El rosario, auxilio que lleva a la salvación

Todos declararon unánimemente, también sus familiares, que sólo la fe y la oración diaria, en especial el Rosario, realizaron el milagro de su sobrevivencia y rescate.

Madelón Rodríguez, la madre de uno de ellos reveló, muchos años después, que el Rosario que usó el día de su matrimonio lo puso en el bolsillo de su hijo Carlos al despedirse en el aeropuerto. Nunca imaginó que sería de gran ayuda para la oración de los sobrevivientes.

Luego de conocida la tragedia, en Montevideo, las madres de los jóvenes se reunían para rezar el Rosario y así mantenían la convicción de que estaban vivos, incluso cuando las autoridades los daban por muertos.

Sara Urioste cuenta que… “mientras rezábamos el Rosario mi hermana Rosina y yo, en medio de lágrimas, una voz muy clara me dijo en mi interior al llegar al misterio de la pérdida de Jesús en el templo:
-Si yo sufrí tanto por tres días que perdí a mi Hijo, cómo no voy a compenetrarme con ustedes, que hace tantos días que perdieron a los de ustedes. Estén tranquilas, volverán, se lo prometo.”

A 3.600 metros de altura, en la cordillera, uno de los dos momentos del día fielmente programado por los sobrevivientes era el Rosario diario, a las 9 de la noche. Carlos, uno de ellos, lo recuerda… “Teníamos un deseo enorme de sobrevivir y fe en Dios. Nuestro grupo fue siempre unido. Cuando el ánimo de uno caía, los otros tenían certeza de levantarlo. Rezar el Rosario todas las noches fortalecía la fe de todos nosotros y esta fe nos ayudó a resistir. Dios nos dio esa experiencia para no mudar. En efecto; esta ha sido la mayor experiencia de toda mi vida. Si conseguimos sobrevivir fue porque lo hicimos con espíritu de equipo, con mucha fe en Dios y la oración”.

Gustavo Zerbino, otro de los sobrevivientes también relata que todas las noches rezaban el Rosario a la Virgen María: “Era un rito que nos daba paz y tranquilidad y le pedíamos a Dios que nos diera fuerza para afrontar lo que Él nos mandara. Confiábamos en que íbamos a vivir y lo hicimos gracias a valores como la entrega, la solidaridad, el respeto y la humildad”.

El día de 8 de diciembre de 1972, fiesta de la Inmaculada Concepción, todo estaba dispuesto para la última expedición, octavo intento en búsqueda de socorro, que llevaría a dos sobrevivientes al encuentro providencial con un arriero chileno. Para homenajear a la Virgen y pedir su auxilio por el feliz éxito de la marcha, los jóvenes rezaron juntos los quince misterios. Así, cubiertos por la gracia que suplicaban esas Ave Marías, los expedicionarios iniciaron el 12 de diciembre un camino que les llevaría a la salvación.

Fuentes:
http://www.cruzadamariana.org/
http://historico.elpais.com.uy/
http://www.virgendegarabandal.com/
Revista Mosaico, 28 de enero de 2007 en www.viven.com
Foto: Revista VEA 28 de diciembre de 1972.