El Rosario nos ha cambiado la vida
“Me llamo Francesco, tengo 31 años. Estoy casado con Miriam. Tenemos una niña. Soy el segundo de seis hijos, uno de mis hermanos tiene Síndrome de Down. Mi mujer es la segunda de diez hermanos.
En 2006 nuestro iniciador (del “Camino Neocatecumenal”) invitó a los jóvenes de la comunidad de Roma a un encuentro. Después de haber anunciado el Kerigma y leído el paso de San Pablo, describió la situación en el norte de Europa: la propagación del ateísmo, el rechazo de las raíces cristianas, la degradación social. Luego Benedicto XVI invitó a algunas familias de nuestra realidad a misionar junto con un sacerdote y un seminarista, para construir una pequeña comunidad en una Iglesia donde celebrar, orar y evangelizar.
A la petición de si alguno quería rezar el rosario cada día durante un año de rodillas delante del Santísimo Sacramento se ofrecieron más de 500 jóvenes.
Nunca habría imaginado las numerosas gracias que el Señor y la Virgen habían predispuesto de esta nuestra disponibilidad.
Mi vida cambió. Cada día interrumpía la preparación de la tesis pues tenía la necesidad de encontrar una Iglesia donde rezarlo o más de una vez lo rezaba yendo por la calle.
Pero esto me dio una profundad intimidad con la Eucaristía, descubriendo una dulce compañía.
Después de dos años nos enviaron a conocer a las personas por las que rezábamos. Nos dividieron en grupos por sorteo. A nosotros nos tocaron las Missio ad Gentes de Amsterdam y Almere en Holanda. Estas familias desde hacía años rezaban por las calles.
Se ha creado una profunda comunión. El sacerdote en misión nos apoyaba en la evangelización. Cargados de guitarras, panderetas y tambores estábamos por la ciudad en procesión detrás de la cruz y el icono de la Virgen María. En una plaza comenzamos con el anuncio del Evangelio en un pueblo descristianizado y donde no se puede molestar. Las personas estaban atraídas por tanta alegría.
A Miriam (Lanzani) y a mí el Rosario nos ha cambiado la vida, nos ha permitido salir de nosotros mismos y amar al otro, regalándonos un noviazgo cristiano. Nos ha donado el fiarnos de la providencia casándonos en un periodo de gran precariedad, quedando abiertos a la vida y teniendo así una hija a la que hemos llamado María.”
Francesco Del Prete
Vigilia de Pentecostés. 18 de mayo 2013. Roma
Fuente: Zenit.org